jueves, 13 de junio de 2013

Primero de todo gracias a mi niña del almaa!! Angieee te quieroooo ^^. Y a mi primito que se que lo leera (es mi fan incondicional). Y gracias a aquellos que le dedican un minutito de su vida. Proximamente (espero que en poquito tiempo) otro cachito :D:D

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CAPITULO 4:       Tres hombre y una mujer.

Paola se dirigió hacia la mesa del fondo, la más cercana al escenario y la más oculta del resto de las mesas.
Cuando se empezó a acercar, vio que estaba ocupada por un hombre. Era cautivador, de anchas espaldas y destacaba demasiado en esa pequeña mesa. Estaba acostumbrada a que Anthony fuera descomunal comparado con ella, pero este lo era aún más. Esto le impuso cierto nerviosismo.
Pero debía actuar bien. Así que se metió en su papel seductor y se acercó a la mesa.
- Hola… ¿Quién es usted? – dijo Paola en tono meloso.
Aquel hombre dirigió su fría mirada hacia ella. Sus ojos eran azules intensos, claros; su rostro anguloso estaba marcado por alguna que otra señal del tiempo.
Paola se asombró ante esa visión, tan atrayente. Tendría unos 40 años. Vestido con traje oscuro y camisa blanca, sin corbata, pero elegantemente al igual que sus facciones.
- Buenas noches, soy Nikola Delacroix. Tú debes ser Paola Redson, ¿no? La magnífica cantante de este lugar – dijo sonriendo con amabilidad.
Paola le sonrió también, con dulzura, mientras afirmaba con la cabeza.
- Creo que quería conocerme, ¿me equivoco, señor Delacroix?
- No, claro que no – dijo con una gran sonrisa – Siéntese, por favor – dijo el hombre señalándole la silla que estaba enfrente.
Paola asintió inocente y se sentó cruzando lentamente las piernas e inclinándose hacia él , con gesto infantil.
Él comenzó a reírse a carcajadas, y Paola lo imitó divertida por la actitud de aquel hombre.
- ¿Desea beber algo, señorita? – preguntó mostrándole una botella de whisky que había en la mesa y un vaso, aparte del que estaba siendo utilizado.
- Gracias – dijo Paola sirviéndose.
Después esta miró atentamente al señor Delacroix mientras jugaba con su cabello.
- Señorita… - empezó a decir él.
Paola  le rozó con su mano levemente, en una especie de caricia, los labios, mandándole callar con dulzura.
- Por favor, llámeme Paola, no estoy acostumbrada a tanta formalidad- dijo ella con una mirada penetrante, y gestos lentos y sensuales.
Él le sonrió y le retiró la mano con calma, y le dijo en tono reconciliador.
- No tiene por qué actuar conmigo, puede relajarse y ser usted misma.
Aquella declaración la pilló por sorpresa y no pudo evitar soltar una exclamación. Después esta intentó disimular con una risa inocente:
- ¿Actuar? No sé a qué se refiere.
Aquel hombre empezó a reírse, soltando sonoras carcajadas que hizo que Paola se sonrojara y después al poco rato riera divertida contagiada por el sonido melódico.
- ¿No sabe que sin actuar, solo con su belleza, ya hechiza a los hombres? ¿Acaso no se ha visto en los espejos?
Paola se dio cuenta de que aquél hombre había conseguido leer su alma, y su risa se volvió triste y temerosa.
- ¡Oh! Siento haberla disgustado. No se ponga así. Creía que le hacía un cumplido – con una mano le levantó el rostro lentamente y le retiró los cabellos que habían caído en sus mejillas – He conocido a muchas mujeres, y la mayoría actuaban como usted querida, pero sus intenciones eran conseguir todo aquello que deseaban, pero para usted en cambio es su defensa, ¿o me equivoco?
Alarmada, tragó con dificultad, y contempló desde su mano, horrorizada, como a pesar de ocultarse tantos años de su vida, había sido descubierta en apenas unos instantes.
- No sé a lo que se refiere, señor Delacroix.
Después retiró el rostro de la mano de este, algo ofendida.
- ¿No? – su mirada se volvió burlona – Yo creo que sí. ¿Cuánto lleva aquí? Si no me equivoco, bastante tiempo. Su coraza es bastante fuerte, pero no lleva el suficiente, aún puede salir herida.
Paola le rehuyó la mirada y se cruzó de brazos.
Aquel hombre se recostó en el asiento mientras bebía un trago de la copa, depositándola después en la mesa.
La miró y dibujó una ligera sonrisa de disculpa:
- De nuevo siento si la he molestado, señorita.
Ella le miró, y metiéndose de nuevo en su papel, soltó una risa inocente:
- Paola – le corrigió con un fingido enfado y luego siguió jovialmente – Y no se preocupe, señor Delacroix, no me ha molestado.
Sonrió asombrado, viendo que ella, a pesar de haber sido descubierta seguía fingiendo.
- Llámeme Nikola, Paola – al escuchar esa aclaración y observar que la tuteaba, Paola le sonrió abiertamente – Solo espero que me haga un favor.
Paola estaba jugando coquetamente con los tirantes del traje siguiendo el juego, cuando escuchó su petición. Mirándolo atentamente se inclinó hacia él hasta que los separaban apenas un palmo de distancia:
- ¿Qué deseas? – susurró insinuante.
Nikola sonrió divertido:
- Espero que cuando confíes en mí dejes de actuar, ¿vale? – se acercó a ella y besó con ternura levemente la nariz, echándose hacia atrás después.
Paola lo observo confundida. Aquel gesto la había desorientado, y más su diversión. Lo único que pudo hacer fue echarse hacia atrás con gesto contrariado y susurrar un leve:
- De acuerdo.
Después entre los dos se hizo un silencio incómodo. Ella no sabía cómo romperlo, y Nikola se contentaba con observar el gesto de fastidio de su cara, bastante divertido.
- Buenas noches otra vez, señor Delacroix – era Anthony, que había llegado en el momento oportuno.
Paola miró a Anthony angustiada, se había quedado sin armas y se sentía insegura. La única persona en la que confiaba era Anthony y todavía actuaba con él algunas veces.
Este no se daba cuenta de la angustia silenciosa de Paola, pues no dejaba de mirar a Nikola.
- Buenas noches – respondió Nikola con una sonrisa despectiva y molesta que sorprendió a Paola.
“¿Porque actúa ahora así?, tan arisco” pensó Paola contrariada.
- Perdonen si les he molestado, pero hay alguien que desea hablar con usted. Me lo pidió cuando se enteró que estaba aquí – aclaró Anthony de forma indiferente.
La mirada de ira de Nikola desapareció y se volvió incrédula ante el comentario.
Paola miraba de uno a otro hombre sin entender nada.
- ¿Si? ¿Quién? – preguntó Nikola curioso y asombrado.
- Será mejor que lo vea usted mismo – confesó Anthony y señaló hacia atrás donde se estaba acercando alguien.
Paola miró hacia allí, y tuvo que contenerse para no gritar sorprendida. Era el detective. Sin embargo ella no pudo dejar de reír para sí misma. Comparaba a los tres hombres.
El detective era de anchas espaldas y muy atractivo y vestía de forma más bien informal, su rostro era muy serio y con grandes facciones, mandíbula más bien cuadrada y ojos oscuros como la noche. Los cabellos los tenía lisos y eran tan oscuros como sus ojos. Su piel morena destacaba sobre la camisa blanca y sus manos eran grandes y fuertes.
En cambio Nikola y Anthony, era como dos detectives cada uno, descomunales, rostros pálidos, de ojos claros azules y verdes, respectivamente y los dos muy elegantes.
El detective se acercó a la mesa y se colocó junto a Anthony.
- Detective Lucke, ¿no? – preguntó Nikola mirándolo fijamente.
- Veo que aún me recuerda – confirmó el detective mirando fijamente a Nikola junto a Anthony.
- ¿Cómo podría olvidarlo? Si no me dejan, ni de noche, ni de día – contestó Nikola sonriendo despectivamente.
Paola los miraba a los tres sin entender nada, parecía que ella no existía. Además aquel hombre dulce que parecía Nikola, que la había acusado por actuar, se comportaba de forma diferente.
- Veo señor Gale – dijo mirando con satisfacción a Anthony – que la plaga se extiende – dijo refiriéndose al detective.
Después Nikola miró triunfante a Paola que miraba a todos confundida; haciendo que los otros hombres también la miraran.
 Paola intentó sonreír tímidamente y dijo con una gran sonrisa:
- ¿Tengo algo? ¿Quizás esperan que hablen?
Nikola empezó a reírse divertido. Joseph la miraba penetrantemente, y Anthony movió la cabeza resignado y sonriendo con dulzura.
- Paola – dijo Anthony atrayendo la mirada de los dos hombres y de Paola – creo que es hora de que cantes ¿no?
Paola lo miró confundida, pero al pasear la vista por el lugar comprobó que este estaba repleto, esperándola.
- Es cierto – sonrió a Anthony afirmando con responsabilidad – Será mejor que empiece.
Después se levantó y dirigiendo una última sonrisa a los hombres se marchó.
- Por favor tomen asiento – sugirió Nikola.
Los dos hombres se sentaron a ambos lados de la mesa. Se acercó entonces el camarero a la mesa.
- ¿Desean tomar algo?
Anthony miró a Joseph y a Nikola, haciendo que pidieran:
- Yo quiero coñac con hielo y limón – dijo Joseph.
- Yo tengo whisky todavía, gracias – dijo sarcásticamente Nikola.
Anthony después miró al camarero y dijo:
- Yo quiero una copa de ron con hielo, Ivan – terminó de pedir.
El camarero anotó el pedido y se marchó a buscarlo.
- Bueno detective, ¿Qué hace usted aquí? – preguntó con ironía Nikola mientras miraba a Anthony con satisfacción.
El detective los observó, sabía que algo ocultaban.
- Creo señor Delacroix que es algo relacionado con mi trabajo, ¿no cree? – dijo con sarcasmo Joseph.
Nikola lo miró despectivamente, y guardo silencio hasta que el camarero dejó las bebidas.
- Quizás pudo haber venido a ver lo mismo que los demás – aclaró Nikola – Incluido yo, por supuesto.
- ¿Qué? – preguntó extrañado Joseph.
Anthony también lo observó con curiosidad, pero sin participar en la conversación.
- Eso – dijo Nikola señalando el escenario.

En ese momento salió al escenario Paola, con una gran sonrisa seductora en su rostro. Estaba igual que antes, aunque parecía diferente, más débil, quizás por las luces del escenario, que la palidecían, mostrándola frágil, inalcanzable y etérea.

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P.D: Se acercá el verano, y mi posible marcha :( jajajajaja
Tras largas semanas, meses e incluso puede que años de ausencia he vuelto. Y como regreso, escribiré una entrada filosófica de amor y cariño a todos ^^.
Dejé abandonada mi historia; la mezcla de emociones y sentimientos afectaron a mis personajes, y para respetar la idea original no quise avanzar más. Sentir verdadera adoración por los personajes, porque los identificas con la personas reales es un problema, los enfados y las crisis los afectan. Pero me he propuesto separar, la ficción y la realidad, y llegar al termino de esta historia.
Peroooo, si algún personaje muere en extrañas circunstancias, no es problema de la autora.
Los años y la experiencia en la vida, te ayudan a ver lo bueno y lo malo de las personas. Y aunque hay gente que tiene mas "malo" que bueno, para no hundirte en el rencor y la tristeza, intentas apreciar solo lo "bueno".
También el tiempo te ayuda a ser mas egoísta, y a no dejar que nadie te utilice, y si realmente merece la pena, y aunque suponga cierta humillación llegar a perdonar (que no olvidar) algunos problemas. Aunque siempre el problema te puede pegar otra patada en el culo.
Que conste, que aunque parezca por mis palabras, que me arrepiento de algo; no es asi. Todo lo que he hecho ha sido porque he querido y he deseado en ese momento. He luchado por gente y circunstancias que a lo mejor no lo merecian, pero lo ultimo que se pierde la esperanza.
La Esperanza ya se ha ido en algunos casos, así que tendré que ver el señor de los anillos de nuevo. Si Sam y Frodo pudieron, yo destruiré el anillo!!!
No lucheis contra lo que no podeis, porque hay gente que como Gandalf te impiden avanzar, te echan a un lado pero aun asi se interponen en tu vida.
Aprecia a los que te quieren, a los que te cuidan, a los que te felicitan por tu cumpleaños y te abrazan en los malos momentos, aquellos que te entiende en un dia malo, los que bailan contigo, los que sacan 5 minutos para verte, aquellos que saludas por whatsapp y te responden con algo mas que un "joo", los que cuando te ven dibujan una gran sonrisa, los que se disculpan de verdad cuando hacen algo mal...
Si tu abres tu corazon con alguien, no dejes que te lo pise. Si no lo aprecia, como dice mi madre, ¡¡QUE LE DEN POR CULO!!!


miércoles, 24 de octubre de 2012

Final del capitulo 3!!


Buenas!!! y Feliz 24 de Octubre a los Rafaeles ^^!!! Pues nada aquí estoy de nuevo, por insistencia de mi primo y de Angie jajajaja, dos personajes fieles que me quieren y los cuales son de los poquitos que leen esto. 
Estoy en un momento algo complicado, mi vida ha girado 180º grados, no me siento como antes, y puesto que esta historia tiene mucho cariño por mis personajes, si siento que si en la vida real las cosas cambian... lo hacen en mi mente. He sufrido mentalmente intentos de cambios en la historia, y no estaba pensada asi, y no quiero que pase nada que no estaba pensado, porque yo quería mi final del principio, y mas cuando los cambios mas radicales afectan a los protas y sobre todo a mi personaje favorito. Seguiré subiendo lo que ya está escrito, aunque a mi ritmo como siempre jajajaja, perooooo no creo que escriba en un tiempo, necesito aclararme y separar realidades jajajajaja.
Bueno tras este momento de locura, solo decir que este es el final del capitulo 3!! Y nos hemos quedado a las puertas de conocer a un nuevo personaje jajajaja, importantisimo por supuesto, como todos.
Solo decir que espero que os guste, y que disfruteis al menos los minutillos que se tarda en leer el cacho ^^. Gracias!! Un saludo.
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Después de este primer beso, hubo un segundo beso, más pasional, que hizo que ella rodeara con sus brazos el cuello de él, mientras que él paseaba sus manos por sus curvas, deslizándolas lentamente desde su espalda hasta llegar a la cintura, que para Paola era una agonía deliciosa.
No sabía quién era ese hombre pero había despertado algo en ella y sabía que luego se arrepentiría, pero ahora se dejaba llevar por sus sentidos, por la pasión y por el placer que la recorría.
Tras este segundo beso se soltó de él:
“Anthony” pensó asustada, si lo descubría, los mataría a los dos.
Lo miró a él, que respiraba entrecortadamente debido al ardor que habían sentido hace unos instantes. Al verlo ella sonrió, el carmín de sus labios ahora estaban en su rostro.
Fue a la mesa y se contempló en el espejo mientras buscaba un pañuelo. Al menos ella no se había manchado, lo único que pasaba es que ya no quedaba ninguna muestra de carmín en sus labios, y las mejillas estaban algo sonrojadas por la pasión compartida.
Cogiendo el pañuelo, y humedeciéndolo se acercó al detective, y después le limpió los restos de carmín disfrutando de cada caricia que le hacía.
El silencio se hizo entre ellos hasta que terminó de limpiarle y bajó la mano. Antes de que la bajara por completo, el detective le tomó la mano y comenzó a acariciarla. Después con la otra le rozó la mejilla y deslizó su mano hasta sus labios que tocó levemente.
Ella le miró sobrecogida, mientras pensaba << Dios, que tiene este hombre>>
- Paola… eres tan preciosa – susurró el detective mientras se volvía a acercar a ella.
<< No, no puedo seguir…, si Anthony o alguien se entera…>> pensó alarmada.
- Joseph… no… - susurró Paola luchando contra su propio cuerpo y deseo.
Al escuchar su nombre el detective, aumentó su deseo por ella. La voz de ella era tan dulce, tan tierna y con tanta pasión, que no podía resistirse más.
Paola también se abandonó a la pasión, pero unos instantes antes de que sus labios se fundieran en al calor de sus corazones, llamaron a la puerta.
Paola se alejó rápidamente del detective, y se escapó del embrujo acercándose a la puerta para abrirla.
- Paola tienes que… - empezó a decir Anthony, pero al ver al detective cambió la conversación – Buenas noches, detective Lucke.
El detective, no mostraba restos de la pasión compartida en su rosto, estaba impasible e indiferente. Este miró a Anthony y con una sonrisa de cortesía, le contestó:
- Buenas noches señor Gale.
Anthony también le sonrió con cortesía.
- No sabía que se encontraba aquí, detective. ¿Deseaba algo? – preguntó mirando levemente a Paola.
Esta tenía las mejillas sonrojadas, y estaba cabizbaja; sus manos recorrían su pelo con torpeza y evitaba a toda costa que su mirada se entrecruzase con la de Anthony.
A este último le extrañó, puesto que era un comportamiento algo insólito en ella.
- No, señor Gale. Solo estaba hablando y realizándole una serie de preguntas a la señorita Paola – dijo y miró a Paola, la cual le devolvió la mirada algo asustada.
<<Es estúpido – pensaba Paola – se estaba comportando como una chiquilla asustada >>.
Cambiando su comportamiento, sonrió con dulzura al detective y después riendo divertida le dijo a Anthony:
- Es cierto, Anthony, solo estaba haciéndome unas preguntas.
Al ver su sonrisa, el cuerpo tenso de Anthony se relajó levemente. Quizás su comportamiento extraño se debía a alguna pregunta del detective  - pensó Anthony aclarando así su preocupación.
- Claro – afirmó Anthony, con una media sonrisa – Usted detective, me pidió permiso para hablar con mis empleados, ¿cierto, no? – miró al detective, pero antes de que este le contestara él siguió – Y yo le dije que estuviera como en su casa.
Después mirando a Paola con intensidad, borró la sonrisa de su rostro:
- Bueno detective, ahora si nos disculpa – apremió Anthony – Tengo que resolver junto a la señorita Paola unos asuntos.
- Claro – contestó el detective con una sonrisa conciliadora – Además así puedo aprovechar y hablar con su esposa. Hace unos instantes he tenido el placer de conocerla, y así podría hacerle unas preguntas.
- Por supuesto, como desee – contestó Anthony, mientras el detective se dirigía a la puerta, pero antes de que este saliera dirigió una última mirada a Paola, que al darse cuenta volvió a bajar la cabeza, avergonzada ante la intensidad con la que la observaba.
Después cruzó la puerta y se marchó.
Anthony se volvió a Paola, y la miró lentamente. Estaba avergonzada se lo notaba por el color de sus mejillas, e hizo pensar a Anthony que quizás las preguntas del detective hubieran estado muy cercanas a la realidad. Pero seguro que no había dicho nada pues ella también se jugaba su libertad.
- Paola – dijo con autoridad.
Esta le miró como despertando de un sueño y después le sonrió con ternura.
- Dime – dijo ella en un susurro meloso.
Al ver de nuevo el cambio de expresión volvió a relajarse, y su tono se suavizó y se calmó:
- ¿Ha pasado algo, cielo? – preguntó con dulzura Anthony.
Ella le sonrió complacida, y jovialmente, pensando divertida que a veces él la llamaba de alguna forma cariñosa, como ahora ese “cielo”.
- No… No que va, solo me ha hecho algunas preguntas – dijo Paola contestándole y poniendo los pucheritos, de enfado y aburrimiento, que tanto le gustaban a él.
- Alguna pregunta era muy comprometida, ¿no? – declaró furioso, recordando momentáneamente la vergüenza de ella de hacía apenas unos instantes.
- ¡Oh! No es eso – dijo sonriéndole y pasándole una mano por el hombro, para intentar calmar su furia – pero…
No pudo terminar porque se calló ante la sorpresa. Anthony la abrazaba, pero no de forma exigente o cruel, sino con ternura; nunca la abrazaba así. Pero esta vez parecía el abrazo de un amigo, e incluso el de un hermano o un padre preocupado.
Paola asustada ante tal reacción le preguntó alarmada:
- ¿Te ocurre algo? ¿Estás bien? – se apartó levemente de él y le puso su mano sobre su frente, comprobando una posible, pero inexistente, fiebre.
Anthony divertido ante la reacción exagerada de ella, le contestó:
- No mi pequeña melodía, estoy bien. ¿Por qué lo dices, querida?
“Más palabras cariñosas, algo le pasa” pensó angustiada.
- Es que estás… diferente – intentó decir Paola sin molestarle.
- ¿Menos brusco? – aclaró él.
Al decir esto Paola le miró aterrada y bajo la mirada llena de temor; pero el comenzó a reírse de nuevo distraído.
- No pasa nada, pequeña. Yo sé como soy.
Después le levantó el mentón con la mano y le sonrió con dulzura, mientras ella le miraba aterrada sintiendo su mano en su barbilla.
- Venga preciosa, ahora sonríe tú – dijo en apenas un susurro.
Esta obedeció y dibujo una sonrisa.
- Así está mejor – siguió sonriendo él – ¿Te acuerdas que esta mañana quería que vieras a una persona? – Paola asintió – Pues resulta que ha venido a verte.
- ¿Aquí? – preguntó confundida – No ha venido nadie, solo su mujer y el detective.
Al nombrar al detective, volvió a sonrojarse avergonzada aún.
“Dios, ¿Qué me pasa?” pensó asustada, ante sus propias reacciones.
Anthony no notó nada, porque pensaba en otra cosa.
- Te ha molestado Rose, ¿verdad? Por eso estabas así – dijo manifestando sus pensamientos Anthony.
- ¿La señora? – dijo sonriendo sarcásticamente Paola – No mucho.
Anthony le sonrió con dulzura y diversión, acariciándole la mejilla donde estaba la huella del percance con Miky.
Ante esa caricia Paola recordó su momento de pasión compartido con el detective, y notó que aún tenía el pañuelo, que había utilizado para limpiarle, en la mano y lo apretó con fuerza entre sus dedos.
- Bueno será mejor que te arregles el maquillaje, ¿no?
Paola se observó al espejo y se vio los labios sin rastro de carmín, viéndose con claridad la herida. Se sentó y comenzó a maquillarse lentamente, renovando también un poco el resto, mientras que Anthony la contemplaba absorto.
Unos minutos más tarde, terminó y cogida por el brazo salió de la habitación con Anthony.
Cuando llegaron al salón este la soltó del brazo, y le dijo:
- Voy hablar con mi “amada” esposa – dijo con ironía.
Eso hizo que Paola riera divertida, pero después le advirtió:
- Será mejor que no le digas nada de mí, si no la próxima vez…
- No habrá próxima vez – le aclaró furioso.
Después la besó con ternura en la mejilla y le dijo como despedida:
- Ve a la mesa donde siempre, allí está la persona que te quiere conocer.
- ¿Tu amigo? – preguntó ella nerviosa.
Él no contestó. Se marchó hacia su despacho despidiéndose con la mano.

jueves, 20 de septiembre de 2012

Regreso a Córdoba... Y NUEVO CAPITULO!!


Ohhhhh!! siento no actualizar esto en toooodo el verano, pero a mi favor diré que ha sido un gran verano. Perdida por Madrid, con trabajo y lejos de casa, suena a un verano horrible ¿no? Pues noooo, ha sido un verano genial, uno de los mejores. Me encantó Madrid, aunque es cierto que me perdí un dia, pero gracias a la lógica logré encontrar el camino a casa jajajajaja, soy un poco lista. El trabajo genial!! aunque con dias buenos y días malos, pero cantar con la compi mientras se reparte la medicación... eso no tiene precio!!! Los baños con Vancomicina taaaaaaaannnn... desinfectantes??? Y como noooo, esos piropos de abuelitos de 80 años que al menos te alegran la tarde jajajaja. Y siii tb lejos de casa, pero sin querer volver; cuando encuentras en Madrid mas de lo que creías es dificil volver :( ... pero dejemos la parte triste, y el verano atrás. Estoy aqui de nuevo subiendo la historia, porque mi primito del alma, me ha preguntado varias veces por ella, y como le quiero con locura pues la subo para él. Y que conste que es porque ya estaba escrita esta parte, porque tengo ahora mismo un trauma inspiracional (existe eso??) y no se seguir la historia jaajaja. A disfrutarla!!
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CAPITULO 3:                   La esposa, y el Beso Traidor.
Tras el incidente del despacho, Paola logro llegar a su camerino. Un cuarto pequeño donde se preparaba para sus actuaciones. Lo único que buscaba era un lugar para aclarar sus pensamientos. Pero su mayor idea era abandonar ese lugar, había estado 4 años encerrada en este sitio, en este antro y con estas compañías; por eso lo único que quería y deseaba era salir de allí, tener libertad.
Abatida cerró la puerta y se sentó en una silla con las manos apoyadas en la mesa y el rostro oculto por el cabello. Estaba muy cansada y abrumada, incluso Anthony, el único que siempre estaba a su lado, en ocasiones era el más peligroso.
Llamaron a la puerta. No estaba asustada, es decir no se dejaba asustar, pero quizás si tenía algo de miedo, no quería más enfrentamientos, pero aun así debía contestar.
- Adelante – dijo en voz alta, recomponiéndose el vestido y el pelo.
La puerta se abrió y apareció una mujer.
La mujer tenía unos treinta años, era muy atrayente con pronunciadas curvas, y protuberantes senos, y de gran altura. El rostro de tez blanca, y tersa, ojos grandes y oscuros, pelo largo hasta terminar la espalda y rizado con grandes mechones rubios. Lucía un vestido de pedrería, de color rojo, con finísimos tirantes, y pequeño escote.
- Rose – susurró Paola mirándola interrogante, mientras pensaba << ¿Qué querrá? >>.
- Así que sigues en este tugurio que intenta imitar a un cuarto – dijo Rose altiva y mirando la estrecha y oscura habitación con desprecio.
- ¿Ha venido para insultarme? – declaró Paola ofendida levantándose y enfrentándose a ella.
Rose le miró con gesto altivo y sonrisa despectiva.
- He venido para preguntarte cosillas importantes, cosas que claro está tú sabrás.
- ¿Yo?, no se a lo que se refiere – expresó extrañada Paola.
Rose se le acercó y se fijó en sus heridas con sonrisa triunfante, pero no las mencionó, y siguiendo con la misma sonrisa y con voz sarcástica contestó:
- Dime querida, ¿te sigues acostando con mi marido? ¿O quizás ahora se dedica a pegarte? – dijo poniendo énfasis en el posesivo mí.
Paola encolerizo y le gritó:
- ¡Cómo te atreves! – dijo olvidándose las formalidades y siguió susurrante – Aquí la única ramera eres tú, ¿no? ¿Te sigues tirando a Miky?
Rose se enfureció, pero se controló y dijo:
- Lo dejaremos en un empate – pero luego mirándola con odio siguió – Y no te atrevas a volver a insultarme, todavía soy la señora Gale; y créeme que si quiero, por muchos favores sexuales que le hagas a mi maridito, te hecho de patitas a la calle.
Paola no estaba asustada, sabía que si no la había echado ya no lo haría, pero también sabía que podría hacerle la vida imposible, así que intentó terminar la conversación:
- Si ha terminado de insultarme, váyase ahora – dijo arrogante y desafiantes, dándole la espalda después mientras la observaba a través del reflejo del espejo.
- No, no he terminado – señaló con una sonrisa de satisfacción.
Paola giró la cabeza y la miró irritada y confusa, << ¿Qué quería aquella mujer?, ¿acaso disfrutaba viéndola sufrir?>>
- Me he enterado de la presencia de un detective por aquí, acaso MI marido ha vuelto a meterse en dificultades por ti – dijo con una sonrisa despectiva.
- Acaso temes perder SU dinero, porque puedo asegurar que no teme por SU esposo – dijo Paola alejándose de la mesa y acercándose a ella desafiante y sonriendo con triunfo.
El rostro de Rose se contrajo inundado de ira y con los ojos centelleantes, pero después se relajó y con la misma expresión se defendió:
- ¿Acaso no es lo mismo que te interesa de él? O ¿de verdad te acuestas con él por qué lo amas profundamente?, lo dudo. Yo al menos tengo derechos legales sobre ese dinero, pero tú – dijo y su sonrisa cruel se agrando – te lo ganas todas las noches ofreciéndole tus favores, ¿no?
Paola no contestó porque aún no había asimilado las palabras, pero su subconsciente actuó por ella abofeteando a Rose.
-Ahhh – chilló esta al sentir la mano en su rostro.
Después se acarició la mejilla donde le había golpeado, que ya lucía un color sonrosado.
Luego en el rostro de Rose se dibujó una mueca de ira irrefrenable:
- ¡¡Zorra!! – gritó encolerizada.
Ésta levantó la mano para responder al golpe, pero en ese momento se abrió la puerta repentinamente:
- ¡¿Se puede saber que hacéis?! – gritó en un susurro el hombre que entro que resultó ser Miky.
El rostro encolerizado de Rose cambió bruscamente y se dibujó en él una sonrisa, algo raro en ella, porque era una sonrisa sincera y no fingida como las solía hacer.
- ¡¡Oh Michael!! No hacíamos nada, simplemente hablábamos, ¿verdad? – dijo esto con una mirada rápida amenazante a Paola.
Esta última asintió con la cabeza, sin saber cómo actuar ante la escena.
Pero el rostro de Miky no había cambiado:
- ¡¿Qué creéis que hacíais?! Se os oía por todo el local.
- Oh, ya te he dicho que nada – dijo en tono meloso Rose acercándose a él con gestos felinos.
- Contrólese Rose, guarde las apariencias, piense en su marido – dijo Paola triunfante.
Ante ese comentario Rose se volvió y se encaró a Paola dispuesta a contestarle con crueldad.
- Dejadlo ya – exigió Miky interponiéndose entre ellas, después mirando a Paola le dijo en un susurró – Será mejor que cierres esa asquerosa boca – solo alcanzaban a oírle Rose y la propia Paola – El detective está aquí para hablar contigo y no queremos que sepa nada, ¿verdad?
Después de la advertencia volvió a la entrada y con un gesto llamó al detective.
Este entró sonriendo por la puerta pero al sentir la tensión del ambiente borró la sonrisa.
Rose al ver al detective enmarcó una de sus famosas sonrisas de cortesía, falsa, tan conocida por Paola.
- Bienvenido – dijo Rose con tono meloso, fingiendo una alegría que no sentía.
El detective miró el rostro inexpresivo de Paola y después volvió su mirada a Rose y le sonrió:
-Usted debe ser la señora Gale, ¿o me equivoco? – preguntó el detective.
- Claro que no – dijo sonriendo – soy Rose Gale. Pero llámeme Rose, por favor.
Después se estrecharon las manos.
- Y usted es el detective Lucke, ¿no? – preguntó esta a su vez, y el detective asintió con la cabeza.
Paola suspiró exasperada ante la falsedad de la escena.
Este hecho hizo que Rose se volviera a ella amenazante con una mirada de advertencia, pero por sus labios decía otra cosa:
- ¿Le ocurre algo? ¿Acaso se encuentra mal, Paola? – después se volvió al detective cambiando la mueca de ira por una sonrisa – Supongo que podría hablar más tarde con usted, ¿no? Ahora desea hablar con nuestra encantadora señorita – dijo refiriéndose a Paola.
Esta ultima sin poder evitarlo soltó una carcajada ante el comentario de Rose, que después disimulo tosiendo, pero al ver la mirada de Miky comprobó que se había enterado.
- Bueno Paola, quizás tenga el placer de verla otro día, y seguir con nuestra conversación, si usted puede y me lo permite, por supuesto – preguntó mirando a Paola con una mueca imitando a la supuesta sonrisa que debía lucir.
- Claro cuando usted desee – respondió Paola sarcásticamente siguiendo el juego y riendo ante lo estúpido de la escena.
Después Rose miró al detective:
- Confió en poder hablar con usted entonces, más tarde. A lo mejor puedo aclararle algunas cosas – al decir esto último Paola se asustó por primera vez, ¿y si la acusaba? – Miky – siguió Rose – acompáñeme y dejémosles para que hablen a solas.
Los dos salieron por la puerta dejando al detective y a Paola solos.
- Buenas noches, señorita – dijo el detective para romper el hielo que se había formado en la escena y acercándose a ella.
Paola estaba absorta ante el último comentario de Rose, <<no creía que fuera capaz de delatarla, pero la odiaba tanto que quizás lo diría; que podría hacer ella>>, pensaba asustada.
- Señorita Paola, ¿se encuentra bien? – preguntó preocupado el detective cogiéndole una mano entre las suyas.
-Ahmm – miró confusa a todos lados y cuando sintió su mano entre las suyas, la soltó y sonriéndole tiernamente dijo a este:
-Buenas noches, ¿Qué deseaba? – preguntó algo nerviosa.
Ella se separó de él, aún estaba preocupada pero debía fingir.
- Bueno, venía a hacerle algunas preguntas – y después mostrándole una sonrisa abierta y tierna – y a ver como se encontraba.
<< ¿Encontrarme?>> pensó Paola.
- ¡¡Ah!! Lo de anoche – se acordó, no es que lo hubiera olvidado pero jamás pensó que se acordara él de eso y además de que prefería no comentarlo y olvidarlo – Estoy bien gracias.
<<Siéntese, por favor >> dijo Paola señalándole una silla.
El obedeció dándole las gracias.
- ¿Qué desea preguntarme? – le dijo tomando ella asiento.
El detective la observó, el traje lila que llevaba de pequeños “diamantes” se adaptaba a cada una de sus curvas, su piel morena relucía por el traje y sus cabellos caían sobre sus hombros muy lisos, el maquillaje ocultaba las heridas pero aún así la herida del labio la notó.
Al notar la herida del labio su primer impulso fue besarla para calmar el dolor, pero también deseaba tomar un poco de néctar de esa mujer tan hermosa.
Al ver su expresión, Paola sonrió divertida, sabía que muchos hombres cuando la miraban se quedaban atónitos pero no esperaba eso del detective.
- Pues… - empezó a decir él pero ella le interrumpió.
- Oh, lo siento, que descortés soy – dijo y se levantó - ¿Quiere tomar algo?
Cuando se levantó a acercarse a la bebida, el vestido se ajustó aún más al cuerpo de ella lo que hizo que se le incrementará el deseo al detective y que dejara de actuar a sus impulsos.
El detective la frenó tomándola de una mano, y se levantó diciendo:
- No deseo beber nada…-  después tiró levemente de su brazo hasta que sus cuerpos quedaron a escasos centímetros de encontrarse.
Ese contacto había producido en Paola una leve corriente, como un escalofrío, cuya sensación jamás había sentido. Le gusto esa sensación que le causaba placer y no asco ni miedo como pasaba cuando lo hacían otros hombres.
Ella le miró fijamente a los ojos, tenían un brillo tan especial, eran tan tiernos, que no le importaría ser contemplados por ellos el resto de su vida.
“¿Pero qué me pasa?” pensó asustada Paola por sus propios pensamientos y agachó la cabeza.
Al perder la hermosa visión de su rostro, el detective se sintió herido, y lo buscó de nuevo, levantándole el rosto con la mano libre.
Sus ojos la contemplaron hasta que se pararon en sus labios, a los que deseaba con intensidad besar, más que cualquier otra cosa.
Al sentir la mirada del detective en sus labios se sintió temerosa y asustada, pero deseosa de sentir sus labios sobre los de ella.
Sus rostros comenzaron a acercarse, hasta que sus labios se rozaron.
Y llegó. El primer beso; tan tierno y dulce, y al mismo tiempo tan torpe. Comenzó con un suave roce de unos labios, unos labios presurosos que acariciaban otros temblorosos y asustados de ella ante las advertencias de su razón. Sin embargo tras el primer contacto, breve, estos primeros labios buscaron de nuevo a los segundos, con algo más de urgencia. Transformando así el segundo de los roces, en una breve prisión, ya que estos primeros tomaron con suavidad el labio inferior de los segundos manteniéndolo aprisionado durante un efímero segundo. Conforme avanzaba en intensidad el beso, este se prolongaba y profundizaba más; hasta que una de las bocas, la de ella, sintió invadida su intimidad; una sensación extraña, pues no le era desagradable, sino que lograba despertar las más escondidas sensaciones.
Tras esta intromisión, sintió como recorría cada parte de su cavidad, y quizás porque aumentaba la exigencia del beso, se atrevió a imitar a su compañero; al principio con cierto recelo y nerviosismo, pero  poco a poco dejándose llevar por el momento, dejando por primera vez sus pensamientos a un lado.
Y tras unos instantes sumida en un trance, comprendió lo que había hecho y lo que estaba haciendo, y sintió que esos nervios que había desaparecido, tras dejarse llevar por la pasión, volvían a ella, provocando una suave risa en sus labios, contagiada al compañero, provocando así la muerte del primer beso.
Después de este primer beso, hubo un segundo beso, más pasional, que hizo que ella rodeara con sus brazos el cuello de él, mientras que el paseaba sus manos por sus curvas, deslizándolas lentamente desde su espalda hasta llegar a la cintura, que para Paola era una agonía deliciosa.
No sabía quién era ese hombre pero había despertado algo en ella y sabía que luego se arrepentiría, pero ahora se dejaba llevar por sus sentidos, por la pasión y por el placer que la recorría.

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Se siguen aceptando críticas, pero no seais malos!!! Besos para todos

sábado, 9 de junio de 2012

Final del Capitulo 2!!!!


Buenos dias/tardes/noches!!! Todo depende de cuando leais esto. Bueno pues termina el capitulo 2!!... Es un capitulo cortito, sin apenas detalles, ni incidentes, pero necesario, pues aparecen nuevos personajes: la maravillosa, misteriosa y lujuriosa Jeband; aunque aparezca poquito por ahora, Eloskar, que acompaña a Jeband; y el solo nombrado Delacroix!! sin duda un personaje importante en el futuro.
Es curioso el porqué actualizo hoy el blog... por pura nostalgia. Ayer encontré un video de mi cumpleaños de hace solo 2 añitos. Una cena en el Bonillo como siempre ^^. Y sigo sin creer como ha cambiado mi vida tanto. No he podido acabar de verlo, pues si seguía creo que acabaría llorando, y un video que en su momento se hizo para reir, no puede ser el culpable de lágrimas... entonces en un intento desesperado por recuperar un instante de ese tiempo he pensado en mi historia. Y he sonreido, conservo a esa gente del video, en mi corazón y en mi imaginación. Ellos son la causa de mis personajes, y aunque se vayan o los deje ir, pues no se puede conservar todo en esta vida, hay algo de ellos que siempre será mio, su vida ficticia en esta historia. Pasaran 20 años y "Anthony, Paola, Miky, Jeband, Eloskar, Joseph..." seguiran unidos al menos en unas paginas, y un trocito del corazon y de la mente de esta autora loca, que anhela cosas imposibles. Perdón por el pastelón y disfruten de la lectura de la historia.

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Tres horas más tarde, tras comer en un lujoso restaurante francés, Anthony y Paola, llegaron al establecimiento CiRuS.
Anthony se encontraba en su despacho esperando la llegada de “Jeband”, que tras una llamada suplicante de este se había dignado a volver a establecer otra cita.
Mirando por encima de los papeles que iba a entregar a esta, sintió como llamaban a la puerta.
- Adelante – gritó Anthony sin levantar la mirada de los papeles.
La puerta se abrió lo justo para dejar entrar a Miky, dejando entrar la luz, iluminando así el oscuro despacho, que solo estaba alumbrado  por una pequeña lámpara en la mesa.
- An… Anthony – dijo Miky algo presuroso, se le notaba asustado por lo que le podría hacerle este, debido a lo que él le hizo Paola.
Anthony levantó la mirada por fin, severa pero tranquila y con voz fría y neutral preguntó:
- ¿Qué es lo que quieres?
- Ha venido “Jeband” – dijo levantando el semblante intentando aparentar una tranquilidad que no tenía – Y el detective vino esta mañana.
Anthony frunció el ceño, extrañado:
- ¿Qué es lo que quería el detective?
- Por lo visto preguntó primero por Paola – dijo dibujando en su cara una mueca – pero al saber que no estaba preguntó por usted.
Anthony pensó que seguramente querría saber cómo seguía, al fin al cabo era detective y era su obligación. Además de que seguramente querría hablar con ella para lo de las preguntas, y después de la metedura de pata de Miky, sería más difícil librarse del detective. Pero más tarde ajustaría cuentas con él.
- Dile a “Jeband” que pase – Miky salió  y comenzó a cerrar la puerta cuando Anthony siguió con tono serio y amenazador – Michael… después quiero hablar contigo.
- Si, si claro – contestó de forma entrecortada por los nervios.
Después de esto Miky salió del despacho dejando a Anthony solo. Dejó los papeles sobre la mesa, y se tocó el entrecejo con gesto cansado mientras suspiraba.
Segundos más tarde volvieron a llamar a la puerta.
- Adelante – ofreció Anthony de nuevo, levantando la vista.
“Jeband” atravesó la puerta. Era una mujer de unos treinta años, muy atractiva; con el cabello de color rojo intenso, que resaltaba el moreno de su tez. Lucía un traje blanco que brillaba como un diamante; este poseía un gran escote delante que dibujaba sus exuberantes senos y dejaba entrever su vertiginoso escote.
Sus largas piernas estaban descubiertas y acababan en unos finísimos tacones.
Su rostro medio oculto por sus cabellos que llegaban hasta unos centímetros por debajo de los hombros, pero aun así se podían ver sus ojos marrones que miraban con intensidad a Anthony. Este la miraba embelesado a los labios muy rojos y seductores y sus mejillas que brillaban al igual que el traje.
A los pocos segundos de atravesar “Jeband” la puerta, entró un hombre. Este era musculoso, alto y muy atractivo. Vestía de traje negro y corbata. Su rostro era muy joven, pero aún así estaba muy curtido y anguloso; de piel muy morena y ojos verdes con cejas espesas, pelo ondulado, corto y  muy oscuro.
Tenía la camisa blanca dentro de la chaqueta y unas gafas oscuras colgadas a ella.
El hombre se puso de pie al lado de la puerta mientras “Jeband” se acercaba a la mesa de la sala.
Anthony observó a este hombre y después con gesto divertido y un deje de sarcasmo le dijo a “Jeband”:
- Otra adquisición nueva – y señaló al hombre con la mirada.
Ella se sentó y miró hacia atrás unos segundos, despreocupada, y contestó:
- Él… solo ayuda.
Pero Anthony no le hizo caso y siguió burlándose:
- Un poco joven, ¿no? ¿Qué edad tiene?
- Que te importa. – dijo resentida – Además estamos aquí por otros asuntos – le aclaró.
Anthony cambió la mirada rápidamente, radiando una furia e ira, que “Jeband” no pudo sostener.
- Vale, de acuerdo, tiene 22 años – confesó ella.
En ese momento Anthony comenzó a reírse lo que hizo que aquel chico se moviera inquieto.
- Así que 11 añitos de diferencia, ¡eh!
“Jeband” se limitó a subirse el tirante y mirarlo con apatía.
- Bueno, ¿Qué es lo que quieres? – preguntó Anthony indiferente, cuando terminó de burlarse de ella.
No contestó, sino que se tomo su tiempo cogiendo un cigarrillo y encendiéndolo. Inspiró una bocanada y expulsó el humo lentamente.
- Pues… - dijo mirándolo fijamente – tengo a la pasma pegada a los talones.
- ¿Y yo que tengo que ver?… - preguntó con desprecio Anthony.
“Jeband” se levantó y se acercó por la espalda a este  susurrándole al oído:
- ¿Quién asesinó a dos personas? – respondió con otra pregunta en tono inocente, casi infantil.
Anthony  lo miró exasperado:
- Eso era necesario… - intentó justificarse.
“Jeband”, que seguía inclinada giró el rostro levemente, hasta que ambos sentían sus respiraciones.
- Pues aleja a la pasma. Y pensar que todo es por esa niña, ¿no, querido?
En ese momento la puerta se abrió entrando Paola, la cual se quedó junto la puerta algo confundida. “Jeband”  levantó levemente la vista, y después besó con pasión a Anthony, descargando el deseo, y este respondiéndole también del mismo modo.
Ella se separó de él, y con un gesto llamó a Eloskar, el chico de “nueva adquisición” cuyo rostro sombrío se limito a afirmar.
- Creo que nos vamos – dijo “Jeband”, que había tomado los papeles de la mesa sabiendo de antemano que eran suyos - ¡Ah! Anthony, procura quitármelos de  encima o se acabaron los negocios. Y eso no me gustaría… son demasiados… excitantes.
Se volvió a inclinar y beso levemente su mejilla, después se marchó atravesando la puerta seguida por el otro hombre.
Paola que se había quedado en la puerta, miraba a Anthony  fijamente, y se mantenía en silencio algo aterrada por haber interrumpido.
- ¿Qué es lo que quieres? – preguntó Anthony de forma inexpresiva.
- Lo… lo lamento Anthony, no quería interrumpir nada – dijo mordiéndose el labio levemente y frunciendo el ceño.
El hombre la miró, y  al ver su gesto inocente no pudo evitar sonreír con ternura. Después se fijó que había cambiado su traje y llevaba ahora uno de color lila, que parecía formado por millones de diamantes en miniatura, con tirantes y caída sin pliegues hasta sus pies. Este lucía un gran escote que dejaba entrever su figura y una gran caída en la espalda. El color lila contrastaba con su piel, que parecía brillar al igual que el traje. Su pelo caía suavemente sobre sus hombros, liso; las sombras de sus ojos de igual color que el traje y sus labios muy rojos ocultaban a la perfección las heridas.
Anthony se levantó, y se acercó a ella, la cogió de la mano mientras intentaba llevarla al asiento, pero ella se negó.
- ¿Qué pasa? – preguntó irritado.
- Lo siento Anthony – dijo agachando la cabeza- Es que hay un señor en la puerta que pregunta por usted. Miky se ha quedado con él, y me ha dicho que te avisara.
- ¿Quién? – preguntó desesperado.
- Miky – dijo a su vez exasperada.
- Ya sé quién es Miky. Me refiero al otro hombre. ¿Quién es? – dijo con ira.
Paola levantó la mirada ofendida y sarcásticamente respondió:
- Perdona señor – y aclaró – Creo que ha dicho Miky que es un tal Delacroix.
Paola se iba a dar la vuelta, sin esperar respuesta de Anthony, pero este la cogió del brazo fuertemente, y la hizo volverse.
- ¡Ay! – exclamó ella – me haces daño Anthony. ¡Suéltame!
Él se acercó a ella a apenas unos centímetros de su rostro, y le susurró amenazadoramente.
- Ni se te ocurra volver a hablarme así – después la besó con ira y pasión, hasta que ella logró soltarse de él. Y correr hacía un lugar seguro.
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P.D: Un besazo enorme para mi "Eloskar"..... jejejeje. Te quiero primito ^^

lunes, 28 de mayo de 2012

Nuevo Capitulo!!! El segundo comienzaaaaaaa!!!


Un nuevo capitulo empieza, mis queridos lectores ^^. Por circunstancias de la vida, la principal ha sido la perriritis aguda (exceso de no hacer nada jajajaja), he estado mucho tiempo sin subir nada. Gracias a los que sigan leyendo, por esperarme y por animarme. Besitos a todos y espero que disfrutéis.
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CAPITULO 2:                   Jeband y el nuevo visitante.

Un ruido estridente llenó de forma repentina la habitación, y reaccionando a este una mano se deslizó por las sabanas de la cama, palpó la mesita hasta que halló el despertador y lo paró.
De entre las sábanas salió el rostro somnoliento de Paola, seguía con el pelo recogido con un coletero, pero parte del cabello se encontraba suelto y disperso por su rostro.
Se sentó por unos instantes, ya que se encontraba algo mal, y dolorida por todo el cuerpo. Sujetándose con suavidad los cabellos y con un pronunciado bostezo se levanto; dirigió una rápida mirada al despertador que marcaba las 15:00 horas. Se puso de pie, mientras abría ligeramente las cortinas.
Notó como el tirante del camisón se deslizaba lentamente por su sedosa piel y con pesadez lo colocó bien mientras se ponía el batín oscuro.
Se dirigió al cuarto de baño, directa a la ducha. Abrió el grifo del agua caliente y empezó a quitarse la ropa. Más tarde tanteó la temperatura del agua, rozándola levemente con el pie, comprobando que se encontraba tibia, y entró en la ducha cerrando las cortinas.
El agua empezó a circular por su cuerpo, mojándolo y reconfortándolo de las magulladuras. Cerró los ojos y empezó a tararear una canción con su melodiosa voz.
Unos minutos después abrió los ojos, cogió la esponja y comenzó a enjabonar su cuerpo con suavidad. Después se lavó el cabello y lo aclaró con agua abundante junto al cuerpo.
Al terminar la ducha, Paola se enrolló una toalla en el cuerpo, tapando desde el pecho hasta escasos centímetros por encima de las rodillas.
Salió descalza y empezó a trasladarse por el baño, pero de repente y asustándola, se abrió la puerta del baño y apareció un Anthony sonriente. Al asustarse cayó al suelo, sujetándose de forma apresurada la toalla para evitar así mostrar parte de su cuerpo.
Anthony divertido ante la escena comenzó a reírse mientras ofrecía su mano para ayudarla.
- ¿Estás… estás bien?
- Si, si claro – dijo nerviosa cogiendo temblorosa la mano que le ofrecía - ¿Qué haces aquí? ¿Cómo has entrado?
Al hacerle esa pregunta cambió la expresión de Anthony volviéndose muy severa. Contempló a Paola y como sus cabellos cubría parte de su rostro ocultando el hematoma que le hizo Miky.
- Pues verás, mi llave habitual de entrada no estaba, así que cogí la de tu bolso. Y he decidido venir porque anoche el detective me comentó que Michael  y tú discutisteis en el club, ¿es cierto?
-Sí, pero no pasa nada – contestó intentando disimular con una sonrisa tímida.
Pero en ese momento Anthony lo vio, el hematoma de la cara y prestó mayor atención al resto del cuerpo, viendo los moratones de los brazos, y el labio herido. Anthony se acercó a ella y le apartó el mechón que intentaba en vano ocultar el moratón de su rostro, y con un movimiento algo brusco le hizo girar la cabeza.
- ¿Qué es eso? – exigió en lo que parecía un rugido, mientras Paola seguía sujetándose la toalla con nerviosismo.
- Na… nada. Me caí. – contestó en un susurro titubeante. Le aterraba la idea de contarle lo que verdaderamente sucedió, porque por ella Anthony ya había cometido actos que prefería no saber, y no quería iniciar otro.
- ¿Y los brazos? ¿Qué? – dijo con el mismo tono de voz pero más tranquilo.
Paola sonrió e intentó fingir de manera inocente mientras decía:
- Ya te he dicho que me caí. Sabes que soy muy torpe.
Anthony movió la cabeza resignadamente y con la mirada decepcionada y llena de ira, le dijo con voz queda:
- ¿Porqué me mientes?
- No te he mentido – susurró poco convencida.
- Paola, he hablado esta mañana con Michael. Me lo ha confesado todo – dijo con seriedad.
Paola abrió los ojos sorprendida, en el fondo dudaba que eso fuera cierto. Anthony adivinando su expresión, aclaró.
- Bueno en realidad omitió prácticamente todo. Tengo que decir que ante todo lo ha dicho porque creía que tú ya lo habías hecho. Me dijo que había intentado seducirte y que tu le habías respondido – Paola intentó protestar pero Anthony no le dejó – Aunque por supuesto no le creí. Al recriminarle confesó que intentó sobrepasarse pero que el detective Lucke lo impidió, ¿es cierto?
Con un suspiro de resignación, Paola le contestó:
- Si. Aunque por poco.
La ira que se apreciaba en los ojos de Anthony intimidarían al mismísimo diablo. Pero con preocupación preguntó:
- ¿Hizo algo? ¿Ya sabes hubo…?
- No – aclaró con rapidez Paola para calmarlo un poco – por suerte Joseph llegó antes – respondió quitándole importancia y ruborizándole levemente.
- ¿Joseph? – preguntó extrañado Anthony por la confianza que mostraba ella con el detective.
- ¡Oh! – dijo Paola malinterpretando la pregunta de Anthony – Es el detective.
Anthony la miró preocupado, su expresión era algo diferente a la de siempre, parecía distinta, brillaba de forma especial. Pero pensó en que quizás se equivocaba y en realidad no pasaba nada.
- Bueno, ¿qué pasó después? – preguntó.
- Nada – contestó ella, y por unos instantes pareció calmada – Me trajo a casa, intentó hacerme unas preguntas y al rato se marchó.
<< Ahora si no te importa – siguió ella – quiero cambiarme >> miró desafiante a Anthony.
Este sonrió asombrado y dijo mientras se alejaba:
- Discúlpame – se fue cerrando la puerta. Paola echó el pestillo y comenzó a vestirse.
Una media hora después Paola entró en el salón, haciendo que Anthony se girara en el sillón donde se encontraba para mirarla.
- ¿Y bien? ¿Cómo estoy? – dijo sonriendo tiernamente y posando como si fuera una modelo.
Anthony la observó con atención. Se había puesto un vestido de terciopelo azul que caía con suavidad y marcaba cada curva de su atractivo cuerpo. Era de tirantes con un pequeño escote delantero y un gran escote trasero, el cual incluso sobrepasaba unos centímetros la espalda. El vestido era largo, tapándole completamente las piernas.
Pero lo más curioso era su peinado, lucía un recogido, donde cada cabello estaba en un lado diferente pero unido por pequeños brillantes azules que parecían zafiros.
También su cuello estaba tapado por un gran collar blanco de diamantes que resaltaban más su tez morena. Se había maquillado de forma que brillaba ligeramente su rosto, y disimulaba a la perfección el hematoma; y la sombra de sus parpados azul contrarrestaba con sus labios rojos brillantes que disimulaban parcialmente la herida.
- Estás… - Anthony no sabía que contestar, pensaba que estaba magnífica o incluso más, pero no quería que ella notara su impresión; no soportaba que ella supiera que le tenía en sus manos -… bien.
- ¿Bien? ¿Solamente? – Paola se giró mirándose a sí misma, parecía decepcionada, pero al ver la expresión sobrecogida de Anthony  sonrió divertida.
Se acercó a él hasta que su nariz rozó su mejilla, rozándolo levemente le besó en la mejilla y le susurró:
-  Se que piensas que estoy mejor que bien… no… te…cortes.
- ¿Adonde quieres ir? – dijo Anthony levantándose del sillón, y la alejó de su lado.
- ¿Yo?... – pensó Paola mientras se alejaba hasta la puerta de salida al pasillo.
Después esta miró lentamente hacia atrás y dijo:
- ¿Adonde quieres llevarme? – dijo susurrando lo suficiente para que Anthony lo oyera.
- No sé, pensaba en llevarte a un restaurante, y después al teatro, pero aunque quisiera no podía – dijo Anthony sonriendo sarcásticamente y yendo hacia la puerta.
- ¿Porqué no vas a poder? – preguntó Paola confundida.
- Porqué había quedado con un cliente allí, en el teatro, para que te conociera ya que se quedó muy interesado al ver una foto tuya – aclaró.
- ¿Y cuál es el problema? – exigió todavía más confundida y mirándolo incrédula.
Anthony se giró para mirarla y Paola se acercó a él.
Él levantó su mano y se la acercó a su cara, mientras susurró:
- Tú crees que si te llevo con esto –dijo y le acarició con dulzura el labio partido – y esto – acarició la mejilla – va a quedar impresionado.
Paola se separó asombrada, tocándose la mejilla aún dolorida.
- Por mucho que intentes ocultarlo con el maquillaje aún se nota, y no creo que a él le guste verlo.
En ese momento Paola reaccionó sobresaltada:
- ¡¿Él?! ¿A quién te refieres? – dijo al notar por primera vez que iban a ver alguien.
Anthony  cambió el rostro divertido, por uno de tristeza, y dándole la espalda dijo:
- Lo siento no te he comentado nada. No es exactamente un cliente, pero tenemos unos negocios en común, y al verte…, bueno me dijo que quería conocerte – se dio la vuelta y volvió a sonreír –pero al ver como estas será mejor que te vea otro día.
Paola lo miró entre extrañada y asustada:
- No será otro igual que los anteriores, ¿no? – dijo dejándose caer en el sofá abatida y resignada – No quiero más problemas. Y encima ahora con el detective por aquí.
Anthony se sentó a su lado, la miró fijamente a los ojos y en un susurro tierno dijo:
- No permitiré que te pase nada, confía en mí – después le acarició levemente el rostro, pero ella se apartó levantándose, y se quedo mirando una de las fotos insistentemente.
- ¿¡Pretendes que confíe en ti!? Ya he oído eso mismo muchas veces – le recriminó.
- ¡Escucha! – exigió Anthony cogiéndola fuertemente por los hombros y girándola – Si te he prometido que no te ocurrirá nada… – y acercó su rostro a ella, hasta que los dos sintieron sus mutuas respiraciones – no te ocurrirá nada, ¿vale?
Paola se retiró lentamente y cambio su expresión, por una mirada y una sonrisa inocente.
- Bueno vámonos, ¿no? – dijo alegremente avanzando hacia la puerta, cambiando repentinamente su enfado por una cándida alegría.
- Vale – contestó todavía preocupado por las reacciones de aquella bella joven, que acabarían llevándole a la locura.

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lunes, 16 de abril de 2012

Final del primer capitulo!!


Buenas Noches lectores!!! Aquí estoy de nuevo. Perdonad el retraso pero estoy metida de lleno en una nueva locura, y hasta que no pase mi inspiración de esta nueva idea la otra queda un poco apartada, pero no finalizada ^^. Disfrutad de la lectura.
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Tras pagar el detective al taxista, salió del taxi, le abrió la puerta a Paola, ofreciéndole la mano y ayudándole a salir.
- Gracias – susurró Paola mientras salía.
Luego el taxi arrancó y se marchó dejándolos solos.
- La sigo – afirmó el detective, haciendo ademán de que ella fuera delante.
Paola se adelantó un poco, a escasos centímetros de él.
- Bueno, no me respondió a la primera pregunta del taxi.
- ¿Cuál? – preguntó mirándole confundida.
- La de que hacía a estas horas, sin paraguas, ni abrigo y por aquellas calles – aclaró.
- ¡Ah! – exclamó pareciendo de nuevo algo incomoda, quizás al recordar lo sucedido – Pues verá, lo cierto es que se me olvido, la chaqueta, el paraguas y el bolso. Pero… bueno no quería volver, y como no llovía al principio pensé que podría llegar a tiempo. Pero por lo que se ve me equivoqué.
Ella sonrió de manera inocente y traviesa, que hizo que a los ojos de él pareciera por unos instantes  una chica de 15 años.
La tristeza del alma se traduce en lágrimas.
- Venga, es por aquí – añadió ella, mientras subía unas pequeñas escaleras negras que conducían a un pequeño pasillo el cual daba a la calle.
Recorrió el pasillo y en menos de un minuto estuvieron delante de la una puerta, no muy grande, en la que se veía con claridad el número 24.
- Es aquí.
Tras escucharla el detective reparó en algo:
- Disculpe señorita Paola, pero si no tiene el bolso, tampoco tendrá las llaves ¿no?
En un principio Paola no contestó pues parecía entretenida buscando algo bajo una tabla que se soltó a un lado de la puerta.
- Si, si… claro, tiene razón – tras rebuscar en el hueco de la madera sonrió con triunfo –Aquí está.
De aquel lugar Paola había sacado una llave, y con ella abrió la puerta.
- Es usted una mujer con recursos – dijo impresionado el detective.
Paola no pudo evitar sonreír con orgullo.
- La tengo de repuesto, o para cuando viene Anthony. El apartamento era suyo, antes de su matrimonio con su mujer Rose. A veces viene a verme, pero la llave es en último recurso, no suele utilizarla.
El detective se limito a afirmar con la cabeza.
Paola atravesó el umbral de la puerta, y con una sonrisa radiante dijo:
- Pase, y luego al fondo gire a la derecha, llegará al salón. Voy a dejarle solo unos instantes mientras me cambio de ropa.
El detective pasó al salón y lo observó con interés. Era una sala pequeña y rectangular, rodeada de estanterías de libros y pequeñas fotografías. La mayoría de estas fotografías eran de una niña de unos 8 años, junto a una mujer, siendo con seguridad esta niña la propia Paola, y en otras era Paola más cercana a la actualidad que posaba rebosante de felicidad junto con Anthony.
Pasaron unos cuantos minutos cuando Paola abrió la puerta del salón y entró diciendo:
- Tenga – dijo tendiéndole una toalla que el detective tomó, y tras secarse levemente el cabello soltó con cuidado en una silla - ¿Quiere tomar algo detective? – preguntó sonriendo cortésmente, y acercándose  a él con un suave contoneo sensual, que sorprendió al detective ante las circunstancias de hacía tan poco tiempo.
Pero lo que este no sabía, era que ante la necesidad de tener esa actitud desde hacia tiempo, ya esta estaba tan inherente en ella como si hubiese nacido así.
El detective prácticamente no podía apartar la mirada de ella, pues ahora lucia una especie de batín abierto, muy fino, de color índigo, seguramente de seda; y que dejaba ver el camisón blanco interior reflejado a la perfección. El cabello estaba recogido con una pinza, y alguno de los cabellos más rebeldes habían quedado desordenados en su rostro, pero a pesar de esos se veía muy atractiva. Quizás ese atractivo se veía acentuado por que el maquillaje había sido borrado de su rostro, y ahora se veía en su rostro un brillo natural, interrumpido quizás por la mejilla sonrojada, que poco a poco adquiría un color violáceo.
- No… no gracias – dijo sobrecogido por semejante belleza. Ya que como cualquier persona creía que tanto el peinado, como el maquillaje y el vestido harían parecer bella a cualquier mujer, hermosa. Pero en ese momento descubrió encantado que al natural era incluso más bella.
Paola si se sirvió un vaso, de un líquido que parecía whisky a simple vista:
- Siéntese detective, por favor – dijo y le señaló el sofá.
El detective se sentó en un sofá de estilo rústico, marrón que se encontraba junto a una pequeña mesita.
Después Paola también se sentó junto a él, y dejó la copa en la mesa. Miró al detective, y cruzó las piernas inclinándose ligeramente hacia él:
- De nuevo le agradezco lo de antes – en ese momento su mirada se ensombreció unos instantes, pero rápidamente brilló de nuevo esa especie de anhelo - ¿Si puedo ayudarle en cualquier cosa?
- Si claro – respondió el detective, guardando la compostura ante la actitud extrañamente tranquila y seductora de ella – Si pudiera hacerle unas preguntas, se lo agradecería muchísimo.
- Claro – dijo con una sonrisa de satisfacción - ¿Y cuáles son las preguntas? – preguntó alejándose unos centímetros de él y cogiendo la copa de nuevo, mientras jugaba con los dedos en la superficie de esta.
- Bueno, quisiera primeramente que me hablara del señor Gale – pidió el detective que miraba con atención cada movimiento de ella, mientras esta no miraba, muy confundido, pues por momentos parecía perfectamente, muy fuerte y orgullosa, mientras que en otros mostraba tal debilidad que temía que pudiera romperse.
- ¿Qué es lo que quiere saber? – preguntó algo melancólica, volviendo a mostrar parte de debilidad.
- ¿Por qué no empieza por contarme porque vive en su apartamento? – preguntó el mirando de nuevo alrededor.
- Bueno, eso es algo complicado – durante unos segundos se hizo el silencio – Hace algún tiempo no tenía ningún lugar donde ir. Cuando lo conocí, me concedió el trabajo y también me dejo el apartamento – dijo algo apurada aunque intentaba quitarle importancia.
- ¿Hace cuanto lo conoce?
- Hace 6 años más o menos. Yo tendría unos 18 años entonces.
- Era algo joven – dijo el extrañado, a lo que ella contestó con una sonrisa tímida – Y desde que lo conoce, ¿le ha encontrado algo raro?
- ¿Qué define como raro, detective? – rehuyó la pregunta, mientras invadía la mirada del detective, y se acercaba más a él.
En ese momento lo comprendió, esa actitud desconcertantemente sensual de ella se activaba como una especie de mecanismo de defensa, que ciertamente funcionaba pues podía llegar a confundir a cualquiera.
- Pues… - empezó a decir intentando mantener la compostura, pero el rostro de ella se encontraba apenas dos centímetros de él, y podía sentir su respiración. El detective algo abrumado intentó desviar la mirada hacia abajo para escapar de esa insistente mirada, pero se encontró con el escote del camisón; esa apertura que apenas dejaba entrever nada pero que despertaban sensaciones incontrolables. De soslayo su vista permaneció allí durante unos segundos, y después volvió a su posición original manteniendo la mirada penetrante de Paola.
Se miraron durante lo que parecía una eternidad, hasta que el reloj de pared sonó con tres “gong”, rompiendo el incómodo silencio.
Instintivamente el detective miró su reloj de pulsera.
- Bueno tengo que marcharme, son las tres de la mañana y creo que debe descansar – dijo algo incómodo y se levantó mirándola desde arriba.
Paola le miró, parecía aburrida, pero en apenas un segundo sonrió divertida e inocente diciendo:
- Tiene razón, se ha pasado la noche volando.
Paola se levantó y acompañó al detective hacia la puerta.
- Necesitare hablar de nuevo con usted otro día, si no le importa – dijo el detective Joseph atravesando la puerta.
- Claro, cuando quiera detective – dijo Paola sonriendo de nuevo de forma inocente a través del marco de la puerta.
El detective Joseph sonrió y le dio una tarjeta.
- Tome por si la necesita – dijo mientras Paola la observaba – Ha sido un placer conocerla.
El detective Joseph se giró y empezó a alejarse.
- El placer fue mío – susurró ella y miró como se alejaba el detective, fijando su mirada en las espaldas de este, inundada de tristeza y preocupación.
Paola se dio la vuelta, entró en la casa y cerró. En ese momento el detective se giró y su mirada estaba anegada de ternura y preocupación. En sus pensamientos discurría aquella joven que tenía algo extraño que lo había hechizado. Además estaba inquieto por la forma en que había comportado después de lo sucedido. ¿Cómo sería realmente aquella mujer? ¿Frágil y triste? O ¿Despiadada, cruel y deseable?
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P.D: de nuevo gracias Sarita por inundarme de ánimos para seguir escribiendo.